Durante los años setenta, especialmente durante el último periodo del Frente Nacional, el Estado colombiano necesitó del manejo de una imagen institucional clara y sólida para sus programas de gobierno e instituciones, esto con el fin de compensar la débil gobernabilidad y cobertura que en la práctica lo caracterizaba. La necesidad de fortalecerse como Estado había dado lugar a la implementación de convenios internacionales como la Alianza para el Progreso que para ciertos sectores pudieron percibirse como intervencionismo extranjero sumándose a la fragilidad del Estado. Este y otrs apoyos internacionales atravesaron escenarios institucionales, comerciales y culturales que impactaron en hábitos de consumo, y estimularon campos de producción visual a nivel corporativo, publicitario y artístico. Dentro de los artistas colombianos interesados en poner en evidencia esa tensión se encuentran Bernardo Salcedo y Antonio Caro quienes, en algunas de sus obras, apropiaron fuentes visuales relacionadas con la visualidad cotidiana para colocar en entredicho la pretendida autonomía y legitimidad del Estado.